Hortalizas, sobres y PP.

Por José María Ortega

No faltará quien, desde los altavoces de nuestros ayuntamientos, los de la Comarca del Noroeste, diga que, ni la financiación irregular del PP, ni el pago de sobresueldos en dinero negro (en negros sobres de color blanco) a los dirigentes del Partido Popular, son asuntos comarcales y que, por tanto, estos temas no nos afectan..

Tampoco faltará entre nuestro políticos locales quien, como haría un mal guardameta, despeje a córner todos los balones que le lleguen sobre este tema y diga que el PSOE ya fue condenado por el caso Filesa, otro asunto de financiación irregular; que si los ERES de Andalucía o la financiación irregular de Unió, el partido del sibarita catalán Durán i Lleida.

Habrá quienes pongan en marcha aquel ventilador inventado para esparcir mierda y poner de actualidad las miserias de otros, como fórmula de cobardes para minimizar el escándalo propio ensuciando a todos por igual. Intentarán, a través del ventilador, que no se hable de ellos como el Partido con más corrupción, tanto en términos absolutos como relativos.

Sin embargo yo digo que sí, que el tema es grave y que, además, afecta a nuestra comarcal.  Se sabe ya que el tesorero del PP, durante prácticamente 20 años, manejaba cientos de millones de pesetas de dudosa procedencia, que gestionaba cual mafioso: una parte en paraísos fiscales, otra parte en cuentas opacas y la otra para comprar voluntades y abonar la corrupción en los propios dirigentes del Partido Popular. La trama tenía su centro en la mismísima sede central del partido e implicaría el movimiento de miles de millones de las antiguas pesetas, que ni tributan ni tienen un origen y un destino declarado.

Si el proceso se confirma, esto supondría la constatación de que el partido más poderoso del estado, el que actualmente acumula más poder, está podrido en su mismo centro. De ser así, lo más higiénico para el Estado sería hacer caer sobre el PP todo el peso de la Ley; además de pedir la reparación por el daño hecho. En mi opinión, las consecuencias éticas de la existencia de esta trama convertirían al PP en un apestado político, un paria moral, un monumento a la indecencia, incapaz de dar otro ejemplo que el de dominio del latrocinio como arte de trincones y el de predicar el bien común para acabar trabajando sólo para sí mismos.

Si el principal partido de un sistema de partidos creados para expresar la voluntad popular está podrido desde el cogollo, las consecuencias deberían ser inmediatas, salvo que la sociedad decida hacerse la sorda, y por tanto, la cómplice. Consecuencias que debería hacerse visibles a la menor tardanza, empezando en Madrid y siguiendo por Murcia, para llegar a la Comarca y terminar en sus pedanías, donde llegan las últimas ramas del poder clientelar del PP, una organización que ha crecido, más que como partido al servicio de la ciudadanía, como una eficiente máquina de gestión de intereses de unos particulares.

De un tomate con un cacho podrido uno puede quitar el cacho y comer el resto; pero si una lechuga se pudre desde el cogollo no podremos comer ni una sola de sus hojas, pues el mal del centro ( como las decisiones sustentadas en la podredumbre mora) , emanará hasta cada una de sus partes.

¿De dónde ha salido tanto dinero? El caso Gúrtel, el caso Palma Arena y otros nos muestran el siniestro camino de esta putrefacción: A cambio de contratos de obras y servicios pagados con dinero público (muchos de ellos con costes inflados, para desgracia del contribuyente y beneficio del corrupto), no faltan empresarios sin escrúpulos dispuestos a pagar comisiones que les garanticen más negocios. El político corrompido se esfuerza entonces por “trucar” la adjudicación de contratos para entregárselos, sí o sí, al empresario que le untó.
El partido que tan pronto gestiona con una tijeras, que clava sobre las personas más débiles, a las que recorta y arrebata servicios públicos esenciales, es el mismo que tiene unos dirigentes engordados con la leche tóxica que emana de esos sobres de dinero negro. Con Gúrter, los sobres de Bárcenas y otras tramas se podrían haber financiado un modo de vida de vida de ricos caprichosos y horteras que llaman al bigotes el día de navidad diciendo “una lata de caviar, please, te lo juro, amiguito del alma y gracias por los trajes”.

Quienes aceptan un sobre son gusanos morales, porque se creen con derecho a llevar una vida de abundancia, de falsos señoritos, de opulentos vendidos aún a costa de apretar las clavijas al pueblo, un pueblo que ya no puede más. Los corruptos son aborrecibles porque se creen con derecho a quemar Roma, como Nerón, con nosotros dentro, para inspirarse en sus vidas que creen de emperador de capital, pero son vidas de mierda, desde el momento en el que nunca podrán volver a mirar a los ojos a sus vecinos de escalera, esos a los que han quitado las urgencias, a los que no les pagan la ley de dependencia y les cobran los medicamentos.

Claro que es un tema de nuestra comarca, aunque no les guste a los Alcaldes del PP que tenemos. Éstos tienen ahora una ocasión de oro de demostrar que están con su pueblo, antes que con los que supuestamente nos roban. Si estos alcaldes, además de sus concejales y militantes del PP caen en la trampa que les van a tender sus propios dirigentes corruptos, serán cómplices morales del escándalo y de la quiebra total del principio de confianza que se avecina. Pueden caer en la tentación de fingir que no pasa nada, agarrarse al poder que aún ocupan y seguir subidos al perigallo vendiéndonos las ventajas de su campo de lechugas, ese que se ve verde, pero tiene los cogollos podridos más podridos que la declaración de la renta de Luís Bárcenas, el repartidor.

Pero también pueden acertar de pleno y exigir que el campo de lechugas se limpie, se labre y se plante de nuevo, es decir: que los dirigentes implicados se vayan a su casa, en espera de la cárcel para quienes la merezcan; que se devuelva el dinero no declarado y se pida perdón.

Supongo que ya sabrán que uno puede estar a una hora en lo alto del perigallo y un segundo después mordiendo el polvo del suelo. A ver qué pasa. Es la hora de la verdad en la finca del PP.