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sábado, 16 de febrero de 2013

Caza mayor (sobre los terrenos de la Rafa)

HISTORIAS DE TERMITAS 

Por José María Ortega.

La referencia de mi artículo a la caza mayor no viene por el desafortunado incidente del Rey en Botswana, sino por otro tipo de caza; una caza en la que a la razón y al interés público se le pegan dos tiros para satisfacer intereses particulares.

Hace años, supe por la prensa de un intento de cercar de casas el paraje de Las Fuentes del Marqués, en Caravaca. También supe de una algarada en el Pleno del Ayuntamiento y cómo, tras la movilización popular, el precioso paraje se salvó.

Ningún caravaqueño sacrificaría hoy la tranquilidad de un lugar tan idílico como sus fuentes por el beneficio de un promotor. Se acabó la cacería de las Fuentes, Caravaca tiene su elefante dorado, prácticamente intacto. Pero, ojo, el Ayuntamiento no cedió a las pretensiones ciudadanas de anular el proyecto porque sí, sino porque una parte del pueblo luchó para evitarlo. Las miras telescópicas volverán a apuntar sobre las Fuentes del Marqués. La codicia siempre vuelve.

En Bullas, en la década de los 80, el Ayuntamiento, al calor de los fondos europeos, convirtió una antigua estación de producción de seda en un espacio de ocio y deportivo: la Rafa. Se construyeron grandes instalaciones deportivas y de ocio.

Una vez transcurridas casi tres décadas de la construcción de la Rafa, podemos decir que este complejo es un espacio consolidado y querido por los muchas personas que lo disfrutamos.

Lástima que, en el trámite urbanístico de entonces, se cometiera alguna chapuza en la gestión de parte de los terrenos afectados. El Ayuntamiento pudo invadir entonces un fragmento de propiedad privada, sin culminar la debida expropiación: mal hecho.

Los 8000 metros supuestamente ocupados son propiedad de una influyente y conocida familia, una gota en su mar. A estos propietarios, el crecimiento de Bullas les pilló en el sitio justo para recibir una lluvia de recalificaciones. Hoy son destacados dueños de suelo urbanizable en Bullas. Además, han acudido a los juzgados a reclamar lo suyo por lo ocupado, que valoran a precio de oro.

He sido durante 12 años Concejal en el Ayuntamiento de Bullas. Recuerdo múltiples ocasiones en las que se usó la supuesta ocupación para intentar forzar al Ayuntamiento a un acuerdo, acuerdo que pasaba por construir a menos de 100 metros de la Rafa.

Me negué a comprar esa moto, pues el precio de una mala gestión de hace 20 años no puede ser dañar el patrimonio de todos. Los propietarios están en su derecho de pedir lo suyo, pero no a cualquier precio.
Ahora vuelve la cacería. Se nos viene encima otro intento de rodear la Rafa de casas. Sé lo que digo, he visto los planos. Quien debería ser la garantía de defensa del interés general en este asunto, lleva años justificando la estrategia de los propietarios y coordinándose con ellos.

Así, el actual Alcalde de Bullas habla por la radio como lo haría un mozo de escopetas obsesionado con que su señor cobre una nueva pieza. Habla a machetazos contra quienes creemos que hay otros sitios para urbanizar en lugar de destruir La Rafa. Se le ve la canana, que diga, el plumero.

¿En que bando se va a posicionar el Gobierno de Bullas en el futuro? Una pregunta retórica. Yo, creo que debería defenderse siempre la Rafa como enclave separado del pueblo, buscar un acuerdo en cualquier otro sitio con sus buenos amigos-propietarios. Tampoco estaría de más recurrir la sentencia, ahora desfavorable, por si se ganara y tal.

No ha quedado elegante el Gobierno de Bullas al hacer palmas con las orejas por una sentencia que nos perjudica como pueblo. Yo, que hasta ayer pensaba que ningún elefante sería capaz de aplaudir a quien le ha pegado un tiro, después de escuchar al Alcalde de Bullas hablar en la radio sobre este tema, tengo mis dudas. Igual es que no sé nada de cacerías, de trofeos o de ponerle las perdices al cazador para que éste las destroce con una posta de elefante.

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