Artículo de José Maria Ortega
Iba a escribir un artículo para
esta semana sobre la amenaza del fracking, pero anoche ocurrió algo que me ha
hecho alterar el calendario de temas que quiero abordar en esta sección.
Por primera vez, en dos años y
medio, una persona del PP de Bullas, una afiliada de las que están a las duras
y a las maduras con su partido, escribió en una red social de forma crítica sobre
un tema tabú para su partido: la
falsa promesa de los 800 puestos de trabajo, con la que el PP
consiguió alzarse con el triunfo en las últimas Elecciones Municipales. En
dichas elecciones, casi 1000 electores, de un total de 7000, cambiaron la
papeleta electoral del PSOE por la del PP, yendo sólo unos pocos de los votos de
la sangría socialista a IU y a la
abstención. La afiliada del PP
describió la promesa electoral como una “metedura
de pata” y eso, que parecerá intrascendente a muchos, a mí me parece
un “notición”, pues es la primera vez que una crítica rebasa los cien candados
con los que el núcleo central del PP de Bullas protege sus secretos.
Este comentario crítico de la
militante sobre una promesa de los suyos que ha devenido en gran mentira, pone
de manifiesto un caso de uso de la mentira como herramienta política para
conseguir poder.
La mentira como herramienta
política la usó la CIA para apoyar el golpe de estado en Chile, la usó Rajoy,
cuando decía que no recortaría ni en sanidad ni en educación, la uso Aznar, para apoyar la guerra de Iraq y
también la ha usado Valcárcel para asegurar la viabilidad de su aeropuerto
desértico. A día de hoy la usa Cospedal - apellido verdadero, el “de” se lo
puso para aparentar alcurnia- en cada una de sus ruedas de prensa; cuando se
desentiende de los corruptos, condenados o imputados, esos a los que hasta ayer
defendía.
Pero el uso de la mentira como
herramienta del poder político no es patrimonio de las altas esferas del poder,
sino que también se ha usado con profusión en nuestros pueblos, reflejando un modus
operandi extendido por todo el partido. Así, se dijo que Iban a ser más de 2000 puestos de
trabajo los que iba a generar el centro comercial Argostea, en Cehegín, hoy huerta
abandonada, se habló del maná del Roblecillo, hoy agua de borrajas…
Pero es en Bullas donde tenemos el mejor ejemplo
comarcal del uso de la mentira como
herramienta política, en este caso, para conseguir el poder, y de paso las lentejas de Sr Alcalde y varios de sus
acompañantes en la candidatura.
Ocurrió en este pueblo que, habiendo tenido PP el poder local varias
veces en la punta de los dedos sin
conseguirlo, sus dirigentes optaron por usar un arma definitiva capaz de acabar con décadas de frustración electoral.
Un reducidísimo y compacto grupo de dirigentes del PP local, en una elección consciente y
arriesgada, apostó todo al último
recurso: hacer una promesa con capacidad de ilusionar a mucha gente, hasta el punto
de condicionar un cambio en el voto.
Una buena mentira siempre está
relacionada con necesidades no satisfechas de un gran número de personas, en
este caso, la imperiosa necesidad de un puesto de trabajo. Ofrece agua a quien
tiene sed (agua para todos) y trabajo a quien lo necesita y lo tiene. Así se llegó a la promesa de los 800
puestos de trabajo, pero hay más:
La mentira no podía tener
apariencia de una promesa genérica, pues entonces muy poca gente le prestaría
atención. Así que lo que se hizo fue todo un plan escrupulosamente diseñando
alrededor de dicha promesa, la cual, no iba dirigida a gente bien situada o sin
problemas de empleo, sino específicamente a un sector social, con problemas de
empleabilidad, con carencias económicas y que tradicionalmente había votado
masivamente al PSOE. De este sector elegido o “población diana” tendrían que salir los votos que propiciaran
el vuelco electoral, sobre todo en el Barrio de la Cruz y otras zonas obreras por excelencia,
tradicionales graneros de votos del PSOE.
Esta promesa se enunció con forma
de compromiso seguro; si ellos ganaban,
unos empresarios, con nombres y apellidos, vendrían a poner sus negocios al
pueblo. El envés era que si ellos no ganaban, los empresarios no vendrían,
tal era el chantaje que implicaba la falsa promesa.
Como además, es sabido que una
mentira es más efectiva si se hace contra alguien, contra un enemigo o espantajo,
éste se buscó en concejal de IU, que
aquí denominaban “el comunista”, un
recursos muy manidoido por las derechas de aquí y de allá, y que lo mismo sirve
para acceder a una alcaldía que para dar
un golpe de estado en Chile. Hacía falta un malo; el concejal comunista que
echó –falso- a un empresario honesto –falso- del Ayuntamiento-falso- cuando
vino a Bullas a crear 1500 puestos de trabajo-falso-.
El benefactor del que hablaban
tiene ya una condena de cárcel por estafa urbanística, y no hará nada en el
Palacete de Fuente la Higuera, que ni le va ni le viene, pues él solo quería
recalificar par hipotecar, obtener dinero y no hacer nada, ese es su modo de
actuar, según se ha demostrado.
Una vez diseñada y editada la
promesa se difundió ampliamente por diversos medios, como vídeos, carteles y
programas electorales que se llevaron a todas las casa y que su visión, hoy,
produce pesadillas en el propio PP, y que, por incumplible, es visto ya como
una losa, de cara a las próximas elecciones.
En una situación de crisis y paro, con casi
1300 parados en el pueblo, como consecuencia de
la ralentización de la construcción,
el programa electoral de IU, basado en salir poco a poco de la crisis,
con mucho compromiso, esfuerzo y participación, no sonaba lo suficientemente
dulce, y estaba en inferioridad de condiciones frente a la miel gratis,
abundante que proponía en falso el PP.
La promesa dio sus resultados,
provocó un corrimiento histórico de votos, sobretodo en el Barrio de la cruz,
que “milagrosamente” votó masivamente al PP, tras una treintena de apabullantes
victorias socialistas. En este barrio
humilde, el uso de la promesa fue particularmente intenso e indecente. Hay
personas con nombres y apellidos que aseguran que a “a ellos” se les prometió un puesto de trabajo cuando gobernara el PP.
A los dirigentes la jugada les salió bien, pero a sus nuevos votantes, les ha
ido fatal. Hace unos meses el paro en
Bullas llegó a las 1700 personas, el record de toda la vida, lo nunca visto en
el pueblo.
Sin embargo, los políticos que
usan sin rubor la mentira llevan en su pecado, la penitencia. Las mismas
energías que se movilizaron para darles el poder a partir de una promesa
incumplible que muchos creyeron, pueden movilizarse algún día para exigir lo
prometido, y ellos lo saben. Entretanto, han obtenido su objetivo temporal, lentejas
para cuatro años. Lo demás dependerá de la gente, en poco más de un año habrá
que optar entre políticos con un programa o gente que oferta lo que sea, con
tal de mantener el poder.
Pero cuidado, cuando una mentira
resulta útil, sirve como semilla para otras mentiras que la seguirán, buscando
la consecución de nuevos fines. Aquí, el ejercicio del sentido crítico es la
mejor defensa que el pueblo tiene para evitar caer de nuevo en sus engaños.
Nuestra crítica les desagrada y a ella
reaccionan con violencia, porque puede arruinar sus lentejas y porque siempre es revolucionario arrancar
la careta a los estafadores.