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lunes, 25 de noviembre de 2013

Mentiras y lentejas.

Artículo de José Maria Ortega


Iba a escribir un artículo para esta semana sobre la amenaza del fracking, pero anoche ocurrió algo que me ha hecho alterar el calendario de temas que quiero abordar en esta sección.

Por primera vez, en dos años y medio, una persona del PP de Bullas, una afiliada de las que están a las duras y a las maduras con su partido, escribió en una red social de forma crítica  sobre  un  tema tabú para su partido: la  falsa promesa de los 800 puestos de trabajo, con la que el PP consiguió alzarse con el triunfo en las últimas Elecciones Municipales. En dichas elecciones, casi 1000 electores, de un total de 7000, cambiaron la papeleta electoral del PSOE por la del PP, yendo sólo unos pocos de los votos de la sangría socialista a IU y  a la abstención.  La afiliada del PP describió  la promesa electoral como una “metedura  de pata” y eso, que parecerá intrascendente a muchos, a mí me parece un “notición”, pues es la primera vez que una crítica rebasa los cien candados con los que el núcleo central del PP de Bullas protege sus secretos.

Este comentario crítico de la militante sobre una promesa de los suyos que ha devenido en gran mentira, pone de manifiesto un caso de uso de la mentira como herramienta política para conseguir poder.

La mentira como herramienta política la usó la CIA para apoyar el golpe de estado en Chile, la usó Rajoy, cuando decía que no recortaría ni en sanidad ni en educación,  la uso Aznar, para apoyar la guerra de Iraq y también la ha usado Valcárcel para asegurar la viabilidad de su aeropuerto desértico. A día de hoy la usa Cospedal - apellido verdadero, el “de” se lo puso para aparentar alcurnia- en cada una de sus ruedas de prensa; cuando se desentiende de los corruptos, condenados o imputados, esos a los que hasta ayer defendía.

Pero el uso de la mentira como herramienta del poder político no es patrimonio de las altas esferas del poder, sino que también se ha usado con profusión  en nuestros pueblos, reflejando un modus operandi extendido por todo el partido. Así,  se dijo que Iban a ser más de 2000 puestos de trabajo los que iba a generar el centro comercial Argostea, en Cehegín, hoy huerta abandonada, se habló del maná del Roblecillo, hoy agua de borrajas…

Pero es  en Bullas donde tenemos el mejor ejemplo comarcal  del uso de la mentira como herramienta política, en este caso, para conseguir el poder, y de paso las  lentejas de Sr Alcalde y varios de sus acompañantes en la candidatura. 

Ocurrió en este pueblo que,  habiendo tenido PP el poder local varias veces en la punta de los dedos  sin conseguirlo, sus dirigentes optaron por  usar un arma definitiva capaz de  acabar con décadas de frustración electoral. Un  reducidísimo y compacto grupo de   dirigentes del  PP local, en una elección consciente y arriesgada, apostó  todo al último recurso: hacer una promesa con capacidad de ilusionar a mucha gente, hasta el punto de  condicionar un cambio en el voto.

Una buena mentira siempre está relacionada con necesidades no satisfechas de un gran número de personas, en este caso, la imperiosa necesidad de un puesto de trabajo. Ofrece agua a quien tiene sed (agua para todos) y trabajo a quien lo necesita y lo tiene. Así se llegó a la promesa de los 800 puestos de trabajo, pero hay más:

La mentira no podía tener apariencia de una promesa genérica, pues entonces muy poca gente le prestaría atención. Así que lo que se hizo fue todo un plan escrupulosamente diseñando alrededor de dicha promesa, la cual, no iba dirigida a gente bien situada o sin problemas de empleo, sino específicamente  a un sector social, con problemas de empleabilidad, con carencias económicas y que tradicionalmente había votado masivamente al PSOE. De este sector elegido o “población diana”  tendrían que salir los votos que propiciaran el vuelco electoral, sobre todo en el  Barrio de la Cruz y  otras zonas obreras por excelencia, tradicionales graneros de votos del PSOE.

Esta promesa se enunció con forma de compromiso seguro; si ellos ganaban, unos empresarios, con nombres y apellidos, vendrían a poner sus negocios al pueblo. El envés era que si  ellos no ganaban, los empresarios no vendrían, tal era el chantaje que implicaba la falsa promesa.  

Como además, es sabido que una mentira es más efectiva si se hace contra alguien, contra un enemigo o espantajo, éste se buscó en  concejal de IU, que aquí denominaban “el comunista”,  un recursos muy manidoido por las derechas de aquí y de allá, y que lo mismo sirve para acceder a una alcaldía que para  dar un golpe de estado en Chile. Hacía falta un malo; el concejal comunista que echó –falso- a un empresario honesto –falso- del Ayuntamiento-falso- cuando vino a Bullas a crear 1500 puestos de trabajo-falso-.

El benefactor del que hablaban tiene ya una condena de cárcel por estafa urbanística, y no hará nada en el Palacete de Fuente la Higuera, que ni le va ni le viene, pues él solo quería recalificar par hipotecar, obtener dinero y no hacer nada, ese es su modo de actuar, según se ha demostrado.

Una vez diseñada y editada la promesa se difundió ampliamente por diversos medios, como vídeos, carteles y programas electorales que se llevaron a todas las casa y que su visión, hoy, produce pesadillas en el propio PP, y que, por incumplible, es visto ya como una losa, de cara a las próximas elecciones.

 En una situación de crisis y paro, con casi 1300 parados en el pueblo, como consecuencia de  la ralentización de la construcción,  el programa electoral de IU, basado en salir poco a poco de la crisis, con mucho compromiso, esfuerzo y participación, no sonaba lo suficientemente dulce, y estaba en inferioridad de condiciones frente a la miel gratis, abundante que proponía en falso el PP.

La promesa dio sus resultados, provocó un corrimiento histórico de votos, sobretodo en el Barrio de la cruz, que “milagrosamente” votó masivamente al PP, tras una treintena de apabullantes victorias  socialistas. En este barrio humilde, el uso de la promesa fue particularmente intenso e indecente. Hay personas con nombres y apellidos que aseguran que  a “a ellos” se les prometió  un puesto de trabajo cuando gobernara el PP. A los dirigentes la jugada les salió bien, pero a sus nuevos votantes, les ha ido fatal.  Hace unos meses el paro en Bullas llegó a las 1700 personas, el record de toda la vida, lo nunca visto en el pueblo.

Sin embargo, los políticos que usan sin rubor la mentira llevan en su pecado, la penitencia. Las mismas energías que se movilizaron para darles el poder a partir de una promesa incumplible que muchos creyeron, pueden movilizarse algún día para exigir lo prometido, y ellos lo saben. Entretanto, han obtenido su objetivo temporal, lentejas para cuatro años. Lo demás dependerá de la gente, en poco más de un año habrá que optar entre políticos con un programa o gente que oferta lo que sea, con tal de mantener el poder.


Pero cuidado, cuando una mentira resulta útil, sirve como semilla para otras mentiras que la seguirán, buscando la consecución de nuevos fines. Aquí, el ejercicio del sentido crítico es la mejor defensa que el pueblo tiene para evitar caer de nuevo en sus engaños. Nuestra crítica   les desagrada y a ella reaccionan con violencia, porque puede arruinar sus lentejas  y porque siempre es revolucionario arrancar la careta a los estafadores.


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