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jueves, 20 de septiembre de 2012

SOLIDARIOS CON CÁMARA

Vivimos una época tenebrosa, época de paro, época de desigualdad creciente y de recetas injustas que, día a día muestran su fracaso. Cuando escribo estas líneas acabo de leer que el Gobierno del Estado ha fracasado en su intento de recuperar para la economía decente a los defraudadores fisca
les. Se han recaudado a través de las medidas que puso en marcha, incluyendo una amnistía fiscal, 50,4 millones de euros desde marzo hasta julio, sólo el 2% de lo que se espera recaudar en el año 2012, según datos de la Agencia Tributaria. Las cifras de recaudación confirman el fracaso de una medida, que ya apestaba a favoritismo desde un principio: se prevén recaudar 2.500 millones de euros en 2012, pero van sólo 50, con mucho llegaremos a 100, una miseria.



Que esta medida iba a obtener tan soberano fracaso había sido pronosticado por economistas, sindicatos, Izquierda Unida y muchos ciudadanos que, simplemente aplicando la lógica, sabíamos que nadie se puede fiar de quienes han vivido y se ha hecho ricos gracias al engaño y la insolidaridad. Éstas y otras medidas contra la crisis, que nos han vendido los últimos gobiernos como medicinas eficaces, han llevado siempre a la misma estación: la del fracaso absoluto y el perjuicio para la mayoría de la ciudadanía. Por eso pienso que, si los defraudadores son, por definición, personas no fiables, menos fiables todavía son los responsables políticos que toman decisiones como si fueran marionetas siniestras dirigidas por los mismos golfos que nos han traído hasta aquí. Tras estas y otras medidas para beneficiar a los malos, siempre ha llegado un lamentable chaparrón de ajustes y recortes, que caen sobre quienes ni han tenido la culpa de la crisis ni pueden defraudar a hacienda.

Y por si fuera poco, mientras se nos bajan los sueldos y se nos suben todos los impuestos y los precios de los productos básicos, se cobran los medicamentos, se recorta en profesores y becas, tenemos que asistir a determinadas ruedas de prensa en las que políticos locales, como los miembros del gobierno de Bullas, Cehegín o Moratalla nos cuentan que ellos son muy solidarios, que tampoco cobrarán la extra de navidad que previamente le han quitado sin preguntar ni cámaras a los funcionarios. Todo ello aderezado con el correspondiente auto bombo, con la cámara, la nota de prensa y recordatorio de cuán solidarios son, qué buenos son que nos llevan de excursión. En una red social escribe un concejal de Bullas “El alcalde de Bullas y los 2 concejales a media liberación de este ayuntamiento, hemos decidido renunciar a la paga extra del mes de diciembre en consonancia con la medida que afectará a todos los empleados públicos este año. El dinero irá destinado a la partida presupuestaria de urgente necesidad de nuestro municipio”.

La solidaridad es aquella que llevan a cabo miles de personas que día a día entregan su tiempo y su dinero a los demás, sin protagonismos ni cámaras. Sólo hay que pasar una tarde cualquiera por una oficina de Cáritas para ver que la solidaridad existe y que es imprescindible para que esta sociedad no termine por convertirse en una selva en cuyos árboles sólo se balancean felices los sinvergüenzas que evaden impuestos y los que les favorecen a cambio de favores futuros. La solidaridad es recorrerse durante el tórrido mes de agosto toda Andalucía, como han hecho los compañeros del sindicado SAT, denunciando las desigualdades y tomando simbólicamente productos de un supermercado, para denunciar las políticas injustas y el desamparo absoluto de muchos.

La solidaridad no es ir a Cáritas con un donativo en el marco de una campaña partidista con la cámara de televisión detrás, ni la emisión por las redes sociales de un mensaje en el que los liberados del Gobierno de Bullas nos cuentan que donan su extra a los pobres, pero no nos cuentan que antes se han cargado ayudas sociales por importe 10 veces mayor que su donativo televisado, y que iban destinadas a pobres de solemnidad, ya que el Gobierno de Bullas eliminó al principio de legislatura el programa conocido como 0.7%. Eso no es solidaridad, sino confundir cínicamente la necesaria ayuda a los demás con el acto de echar caritativamente panizo a las palomas. Y es que, igual que la televisión degenera en televisión basura y el trabajo en trabajo basura, la solidaridad puede degenerar en solidaridad basura. Para ejercer ésta se necesita bastante cinismo , eso sí, televisado, porque “pa qué vas a ir si no está la tele, eso es ir pa ná…”

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